lunes, 2 de enero de 2017

Rochester y consenso: la terrible continuación

you must have a strange opinion of me; you must regard me as a plotting profligate—a base and low rake who has been simulating disinterested love in order to draw you into a snare deliberately laid, and strip you of honour and rob you of self- respect. What do you say to that? I see you can say nothing in the first place, you are faint still, and have enough to do to draw your breath; in the second place, you cannot yet accustom yourself to accuse and revile me, and besides, the flood-gates of tears are opened, and they would rush out if you spoke much; and you have no desire to expostulate, to upbraid, to make a scene: you are thinking how TO ACT—TALKING you consider is of no use. I know you I am on my guard.’                                                                                                           ‘Sir, I do not wish to act against you,’ I said; and my unsteady voice warned me to curtail my sentence.                                                                                                                    ‘Not in your sense of the word, but in mine you are scheming to destroy me. You have as good as said that I am a married man—as a married man you will shun me, keep out of my way: just now you have refused to kiss me.

Estas palabras le dirige Rochester a Jane, tras su fallido intento de boda. Seguir la historia es fácil si no están familiarizados: Jane, huérfana joven y fea abusada psicológicamente, es seducida por el Sr. Rochester, feo viejo de mundo y dueño de grandes fortunas. Sé que era innecesario lo de tanta fealdad pero hay un incapie en el tema (algún día averiguaré por qué). Al momento de intentar el matrimonio, surge el conocimiento de que Rochester está casado con una mujer que está loca (así que obvio la mantiene encerrada en una torre, OBVIO).

Tras este episodio traumático, Rochester y Jane tienen una conversación que -para mí- definen perfectamente el arquetipo que he denominado "Rochester". "You must think I'm a monster, that I just wanted to make you my mistress" dice, cuando es claro y obvio que cualquier vato querría una chica joven como su amante, y sí es monstruoso considerando que Jane es fácil: carece de autoestima y tiene cero experiencia con los hombres. Pero Rochester es brillante, no tarda en voltearle la tortilla y decirle "I feel you want to destroy me, you refuse to even kiss me". 

La relación Rochester-Jane es una de mis favoritas porque describe a la perfección el arquetipo del romance clásico realista, y no el clásico arquetipo de los cuentos de hadas y princesas. Sí, eres la Bella y te has enamorado de la Bestia. Pero la Bestia no deja de ser bestia; en su lugar, el contraparte masculino adquiere cualidades aún peores, es decir, una esposa escondida. Y sin embargo, Jane -la Bella de esta terrible historia- sigue enamorada.

Jane es también un arquetipo, tiene dos grandes amores: un hombre, Rochester, y Dios. Más adelante de la cita anterior, Rochester le propone -o más bien decide por Jane- irse a vivir a una cabaña retirada, donde puedan vivir como marido y mujer sin la mirada juzgante de la sociedad. Pero Jane sabe que no puede vivir sabiendo ella la verdad, y sabiendo que ofende a Dios. Es tentador, pero claro que no lo puede hacer. "Jane! will you hear reason?; because, if you won’t, I’ll try violence." dice Rochester, y claro que es aterrador pero Jane sabe que no va a suceder y lo calma.

Truths get talked all over y Rochester insiste: "Then you did not love me really, you just valued the rank and station of my wife". This is Rochester, a man who gets what he wants, y el único crimen de ello son las libertades que se toman y que no son tomadas como un gran crimen por el simple hecho de ser hombres y a los hombres se les perdonan ciertos pecados. Jane hubiera honrado a cierto Dios brindándole a Rochester amor, y recibiendo amor de regreso (porque estoy convencida de que Rochester amaba a Jane, de una manera extraña, como si fuera la última Pepsi del desierto, and she might've been rightfully so). Dios sabe cuánto amor les faltaba a ese par. Y sin embargo faltaban a otro Dios, al social, al que nos rige más concretamente, y que pesa más sobre una mujer que sobre un hombre: los hombres casados a sus esposas, y las mujeres que están con hombres casados se equivocan, y pecan frente a Dios, frente a la esposa, frente a su dignidad. 

Hoy en día, la mujer que se enamora corre diez mil riesgos. Enamorarnos, rompernos el corazón, que nos juzguen por nuestras decisiones, que no seamos buenas novias-esposas-amantes, que tengamos sexo, que no lo tengamos, que se burlen de nosotros, que abusen de nuestras mentes, de nuestros cuerpos... que nos maten. Es fácil comprender lo que una tiene que enfrentar y darnos de igual manera diez mil consejos para sobrevivir en las relaciones. Jane sólo tenía a Dios. Y aún así lo hacemos. 

Aquí es donde quiero entrar con el tema del consenso. Respetar los consejos que nos dan, o no, es nuestra decisión. Podemos encontrarnos con todas las red flags posibles, y decidir continuar con la relación, Y ES COMPLETAMENTE VÁLIDO. Jane sabía que Rochester era problemas: era un hombre mayor, violento, mamón, abusivo con los niños, promiscuo y, por si fuera poco, feo. Pero él la amaba, y Jane decidió seguir adelante. Su consenso sólo fue roto cuando su matrimonio es imposible de realizar. 

¿Qué culpa tenemos nosotras de mantenernos en una relación que sabemos que no nos conviene pero manifestamos nuestra intención de continuar? Se vuelve un poco a las oscuras ideas de abuso. Y sin embargo, está comprobado que pedirle o exigirle a una mujer que se retire de su relación abusiva sólo crea aislamiento de la víctima. Contraproducente pero: tenemos derecho a que se respecten nuestras decisiones (aunque sean las equivocadas). ¿Qué hubiera pasado si Jane hubiera aceptado la propuesta de Rochester y hubieran vivido juntos? Hubiera sido la decisión equivocada (a ojos de la sociedad de aquel entonces, o a ojos nuestros considerando que Jane era veinte años menor, inocente y pobre) pero hubiera sido la decisión de Jane sobre su vida y su cuerpo y por lo tanto, hubiera sido respetable. 

Mis relaciones con hombres tipo Rochester han tenido muchas de estas características. Varios años más joven, admirando experiencias y conocimientos mucho mayores que los míos, considerando principalmente mi comodidad y mis deseos. ¿Fue realmente mi consentimiento? ¿O fui una víctima de personas con más experiencia y verbo que yo? ¿Acaso cuenta como manipulación, como Rochester diciéndole a Jane que es ella quien lo lastima?

Rochester, desgraciadamente, está visto a través de lentes color de rosa: los que están colocados frente a los ojos de Jane. Sólo podemos obtener a Rochester desde la mano de Jane, con sus descripciones, con sus palabras. Para todo efecto, Rochester era abusivo, pero no sabremos nada más objetivo de él. Es como es, para Jane, y para nosotros. Y asimismo lo aceptamos. 

El consenso no se trata de un simple sí entusiasta e unánime. Tiene muchas caras, varios colores, diferentes formas: es completamente contextual. Varias veces consentí y no debí hacerlo, y personalmente creo que no hubo coerción, dudas durante el acto o abuso. Aún cuando todo apuntaba a la completa comodidad, a mi estar informada, a la emoción: quizá hay cosas que no debieron haber pasado. Pero el consenso no se trata del pasado, se trata del presente. Rochester quizá sabría que en el futuro hubiera tenido una vida difícil y dolorosa al lado de Jane, pero prefería vivir en el presente y consiente a ello. Jane no consiente, sabiendo que sufriría aún amando y siendo amada. Jane pudo haber consentido, y tras ello, vivir con las consecuencias. ¿Hubiera sido realmente la decisión de Jane, o tan sólo se hubiera visto conducida a tomar esa decisión por Rochester?

Rochester es un ser de muchas formas. Más allá de preguntarnos sobre Rochester, queda preguntarnos sobre la integridad de Jane. De la mía. De todos aquellos que nos hemos visto en la situación. ¿Lo que siento es realmente lo que siento, o producto de las formas de conducirse frente al amado del arquetípico Rochester?

I don't know. Fucking men, y'know?





 

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