viernes, 1 de marzo de 2013

There is a light

- No, hoy no sonrío.- le contesto. He pasado el día en cama con tremendos dolores que vienen y van. También tengo náuseas. - ¿Cómo te fue en el trabajo?

No se lo he dicho en mucho tiempo pero se ve adorable en su traje. Ha dejado el maletín en el suelo y se aflojó la corbata, y el traje gris arrugado por el día le queda maravilloso. Le amo demasiado cuando se ve así. 

- No importa cómo me fue, importa cómo te sientes. Amor, ya sé que te sientes gigante, que te sientes mal. Pero te digo que te sigues viendo hermosa, más hermosa que antes, a lo mejor. 

No le hago caso al bruto, hoy no me he vestido, ni siquiera me quité la ropa anoche para ponerme la pijama. Nada más me puse el batón rosa para abrir la puerta porque ha olvidado las llaves. Me sigue hasta la recámara y se sienta en la cama, yo me recargo en la pared y miro al techo, tragando saliva de náusea y aplastándome el chongo de cabello ondulado sin peinar contra el cráneo.

- Yo te amo - me dice. - Te ves hermosa y te amo.

Y más que con palabras, me toma de la espalda y me acerca a él. Quizá sí me veo bien hoy. Siento sus manos que suben desde mi espalda arqueada, siento su barba contra mis senos que baja hasta el inicio de la barriga... Sus dedos se mueven hacia mis nalgas.

- Hoy no le he sentido moverse. - le digo por fin. Ya no me acaricia. Estoy casi segura de que hemos perdido al bebé.