domingo, 25 de noviembre de 2012

Emiliano

Hoy volví a ver al sobrino de Kabancito, desde el día de su nacimiento. 

Me puse a recordar cuando estuve en la clínica, Kabán me mostró el video del nacimiento. Recuerdo haberlo visto una y otra vez. La verdad, me doy cuenta, es que quería ver ese momento de creación que sale en las películas donde el cielo se abre dejando caer un halo de luz sobre el neonato que es levantado sobre la vista de todos para que pronuncie su primer suspiro y se cree el maravilloso evento que es una nueva vida. ¿Es eso lo que Jesusito y Dios nos querían hacer creer, no?

No, una y otra vez buscaba la misma imagen, el mismo momento. No estaba.
Es bien difícil darse cuenta que la vida nada más es eso, un momento común y corriente, algo de sangre, un par de médicos, ni silencio ni música celestial ni halo, solamente la plática de las enfermeras y la lámpara del quirófano.

Así la vida, así la muerte. Sencilla, poco especial. Normal.

Un hecho cotidiano.


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