martes, 27 de septiembre de 2011

Así, de signo

El mejor ángulo que nadie nunca mostró.


Cae desde el cielo, el rayo que jamás estuve esperando. El gran rayo que recogió del suelo para volar, volar en círculos y alimentarme del viento.


Vino y no recuerdo lo que dijo porque eran dos diferentes revoluciones y era  magia, magia de la más ordinaria, desde tu alma, desde más allá de las letras que podrán existir. 


Sostendrás la luz sobre mis sueños sin esperanza, será pronto el elupimiento, caerás a mi costado con tus restos en mis labios, caerás cuando todo lo demás termine y estarás allí,
¿lo verás?


Y cantaremos montados en el rayo hasta el final.


To the biggest of hops.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Vida, resumida

Leí que no debemos enseñar a nuestros hijos a evitar los problemas, sino a superarlos.


En mi vida, eso puede ser traducido a:


En vez de decirme que me cuidara de que no pegaran chicles en la cabeza, mi madre debió decirme que se quitan con aceite de bebé.

sábado, 3 de septiembre de 2011

September first


Lamento la tardanza y me siento culpable. Por eso vine a traérles esta mega historia para que se contenten.
Desgraciadamente, no es una historia, les narro mi jueves anterior. Todos sabemos lo geniales que son los 1ros de septiembre. ¿NO? Bleh, muggles. 
(También los 2dos de septiembre son geniales, love and thoughts to Kabancito)

Todo comenzó con el despertador. De la del cuarto vecino. Ella despierta, usa el baño, no quiere prender la luz. Regresa a su cuarto, y me da igual escuchar los ruidos. No sabe que me es indiferente lo que haga, no me molesto. Ahora es mi despertador. ¿Y si mejor me voy en una hora? ¿Y si no? ¿Y si decido irme en una hora y termino yéndome muy temprano? Duro más de media hora pensando. Durmiendo. Despertando de nuevo. Al final, decido apagar el despertador y prender la luz. Miro el techo. Me levanto y me visto. Voy al baño, regreso. Me peino. Me peino más. Doy un par de vueltas. Me vuelvo a peinar. Lavo el plato de anoche. ¿Desayuno? No. Arreglo mis cosas. Vuelvo a peinarme. Me cuelgo la mochila, me la descuelgo. Ok, me voy. Aún es temprano. Ya no tengo nada más que hacer. Salgo, ¿Lloverá? ¿Regreso por mis botas rosa ñoño? No, las nubes están altas, seguro pasa como la otra vez. Voy en el camino, compro una dona: “Mire, para pagarle el peso que le debía”, seguro ni recordaba que le debía un peso. Guardo la dona. Camino hasta el camión. Tomo un camino ligeramente diferente: Ya no veo a la de las gelatinas (cuya amiga será gorda).

Llego muy temprano, antes que la maestra. Fleur, le digo yo. Phlegm, se corrige en mi mente, automáticamente. Miro a todos lados, ¿Qué hago? Me asomo a las bancas de letras (afuera de la dirección, no que estén hechas de letras), J está allí. Le saludo, está copiando lo de francés. Perpendicular, está Ela. Me pregunta qué hago tan temprano en la escuela. “Servicio” contesto. Pienso en que no me molesta despertarme tan temprano para ir a servicio, es genial. Me empiezo a comer la dona. “Deja de comer” demanda Ela. Le ofrezco dona, no quiere. Al final, ya no quiero, la vuelvo a guardar. Llega Fleur. Phlegm. Digo hola, aviento la mochila, salvo la pizarra, decido ir a comprar agua. Cuando voy caminando, me doy cuenta de que en la acera de enfrente viene caminando una señora jalando a una niña. La niña vestía medias cortas (leggins pues), un chamarrón. La señora vestía un saco sobre algo que parecía una pijama. Eso solo lo miras en alguien que va a la escuela a llevar a sus hijos, ¿a la escuela, caminando, en pijama? No podía ir lejos. ¡LA PRIMARIA FANTASMA! Decido seguirlas con la vista, cruzo rápido sin que me atropellen, corro casi. Me sitúo en la otra acera, efectivamente, entran a la escuela. Volteo y veo más niños en el piso de arriba que se alcanza a ver sobre la entrada. Todos llevan chamarrotas (ni siquiera hace tanto frío, creo) y se ven totalmente diferentes. Comprendo: la escuela no usa uniforme. OMFG!!! Descubrimiento épico. EPIC I SAY! No puedo ni lograr cerrar la boca. Lo bueno es que hace frío y no hay moscas. Me obligo a girar, ir a la tienda. Pedir el agua –anonadada aún-, pagar. Regresar, con la bocota abierta. Caminar los escalones de piedra, y luego los otros escalones raros hasta el salón, todo con la bocota abierta. Doy un par de vueltas, no puedo creerlo. ¿Individualidad? Tengo que volver a leer Rebelarse Vende. It’s. Just. Not. Right. Escucho maldiciones a lo lejos: “Sí, se cayeron, casi todas tuyas.” le digo a C. De las letras que yo pegué, solo la O no resistió. “Horari” marcaba el pizarrón ahora. Entramos, buscamos cinta, nos rendimos, las pegamos tal cual. Vuelven a pegar, espero que mañana no tenga que regresar a pegarlas. Entramos de nuevo al salón, salimos para no interrumpir la clase. Afuera platicamos nomás. Vemos algo que parece un murciélago. Descubro un reloj de sol: no de mucha ayuda con este cielo cerrado. Al rato, regresamos, platicamos un rato dentro del salón con Phlegm. Nos dice que ya hay Internet, que podemos usar su computadora si queremos. No queremos mucho, aunque extrañaba al Internet. Indagamos si hay algún ratón en el lugar, hay sonidos raros. Phlegm se pone a hablar con un señor, intentamos convencer a Pp y a J de que vayan por gorditas de miga. Muero por gorditas de miga.  También, jodemos las películas que están por allí. Son geniales, queremos esa y esa y esa… Al rato, nos dice que ya es todo. De todos modos, ella iba a irse a las 10. Mi servicio de cuatro horas se convirtió en una hora. Genial. Nos vamos, queremos gorditas de miga. Pero se pierde Pp, el principal. Carajo, queremos gorditas de miga. J nos manda al demonio. Al final, no sé por qué, decidimos ir a la casa de los lamentos. Pareció buena idea. Quedan más de dos horas para la clase. Nos salimos por el otro lado de la escuela para informar a Pp, pero allí solo hay puercos. Dos, uno grande y otro chico y manchado. Bien, M y Ess (las chavas nenas) encuentran a Pp, decimos que vamos al museo, y nos vamos. Nos regresamos hasta la biblioteca y nos vamos derecho. Derecho, y allí está otro museo: cerrado. Chafísima. Seguimos a un señor y sus burritos, bajamos unas escaleras, llegamos a la carretera. A mi no me gustan los autos a alta velocidad ¿Y si tomamos un camión? Pero, bleh, un camión para esa distancia es absurdo. Así que seguimos caminando siguiendo al de los burros, y rápido llegamos. Está cerrado, pero seguro no tardan en abrir, así que esperamos. La señora de la tienda sale y nos pregunta si venimos al museo, para llamarle al señor. Corre y llama y nos dice que no tardan. Efectivamente, llega un chavo (el mismo chavo que vimos el lunes allí fuera del museo, vestido bien acá) y baja y nos pregunta si venimos al museo. Prepara todo y ya está listo. Entramos y empieza a contar la historia. No escucho nada, me distraigo con los detalles, y hay muchos. Después me doy cuenta que no es museo, es de esos para asustar. Lámpara que se mueve sola, checked. Video disque tenebroso, checked. Fotografías geniales, checked. Fuente/pasadizo, checked (nice touch).  Restos de personas, checked. Busto que habla, checked (nicey guys!). Hipermegaprimersusto, checked. Detalle personal que sólo allizzia nota, checked. PINCHEEXTRASUPERMEGAMACHINPERRÓNSUSTO, checked. Ela me pisa en su sustote. Más susto, cosas interesantes. Relacionarse con el guía. Sentir que ahora te dice la verdad. Preguntar. Último susto, checked. Pobre Ela, la obligué a salir.
El guía sale con nosotros, nos pregunta de donde somos, si somos estudiantes, qué estudiamos, lo adoro. Nos lleva casi de la mano al otro museo y nos consigue descuento. I could kiss him. En fin, en el otro museo, al pobre se la hacen de pedo pero al final todo sale bien. Vemos una oruga, la adoramos, nos hipnotiza. El chavo buena onda la pisa sin querer. Sufrimos, pero reímos histéricamente C y yo. Hay un triángulo grandote. Descubro que el chavo no nos comprende, le falta “a core” diría el tipo sin cerebro.
Entramos al museo con un grupo turístico. No está tan chido el museo. Me pego en el dedo con el vidrio de una vitrina: estúpido. Es la antigua casa de un inquisidor. Me doy cuenta de que Inés no tiene la culpa, los españoles son malvados. Hacemos un desmadre con las propinas, pobre Pp. Nos tomamos fotos. Debemos regresar, faltan 20 minutos. Corremos, casi. Llegamos temprano. Hablamos de películas. Entramos a clase, al profe le duele la banza. Da la clase, nadie sabe nada, nos condena a leer. Le decimos lo del coloquio. Salimos de clase, vamos a comer. Comer, oh, comer. La comida me supo a gloria, no pude comer todo. Había gelatina.
Regresamos, esperamos a que llegue Ken. No llega, no llega… Al final y por fin, entramos al salón para la clase con Ken. Nos dice que qué queremos aprender. ¿Italiano, no? Bueno, después de hacernos bolas, nos enseña a presentarnos (un fiasco), quiero los meses y los números y los días de la semana… Me manda al demonio. Bien, el otro J se une a la clase.
Al salir, nos vamos a la reunión que debimos tener hace MUCHO tiempo, gracias por el aviso. Si, es para abrazarnos y querernos. Ela quiere que la abracen. Le urgen abrazos. Los necesita. Pero nunca llega la hora de abrazos. Simplemente nos compartimos bien poquito. Nos dice que quiere cambiar de lugar, a mi me da igual pero me da flojera averiguar donde es. De todos modos, la sig. semana es el coloquio-vacaciones.
Cuando salimos para descansar por unos minutos, está lloviendo. ¡Yay, llueve! Pp informa que arriba, el patio, debe verse genial. “¡Vamos, Pp, yo lo quiero ver!” Y lo empujo y corremos y corren todos y vamos y es verdad, la lluvia es hermosa y cuando sientes las primeras gotas sobre ti es como la belleza tangible y te ríes como idiota y te pones a correr por la lluvia, subes los escalones, tómenme una foto en el pozo como singing in the rain. Salpicones, mojadas, cayó en el charco, todos corremos bajo la lluvia y reímos. Al rato volvemos a entrar a la reunión, sonrío como estúpida. No sé que tanto se dice, yo voy a italiano, a ver cómo le juegan los horarios.
Nos vamos pues, y nos dirigimos al camión charqueando. Soy bien feliz porque llueve y se forman los arroyos del Guanajuato de siempre.
Ed llora, la pobre se acongoja de su control. Sí, terrible, face it like a man! Todos lo tuvimos que hacer, ¿no? Nos subimos al camión, y hablamos de lo mal que lo hemos pasado.  Al bajar, viene Pp, Ann, Ela y yo. Venimos jugando, charqueando, la lluvia es genial. Corremos alhóndiga arriba. Somos bien felices, allizzia salta como conejo y aterriza en los charcos. Se ríen de mí pero es que la lluvia se lo merece. Guerritas de agua y madres que todos terminan bien mojados. Acompañamos a Ela, no la ha dejado el gran elevador. Intentan mojarme, pero no pueden lograrlo. Ann y Pp se despiden frente a mi cuarto, después de ver los animales de las ventanas del veterinario.
Yo entro feliz, saltando. Ralalarala, canta mi cabeza, lalaralarara.
Escribo la mitad de esto, y me baño: el agua está caliente.
Dios, tú si sabes cómo darme esos días que no debo olvidar, ¿verdad?


Si hubiese podido ser mejor, Kabán y yo hubiésemos montado el tren en la plataforma 9 3/4. Really.
O todo lo anterior pero con Kabán allí... Ok, voy a dejar de divagar...