lunes, 28 de febrero de 2011

Not anymore.

Hace mucho tiempo, yo lloré. 


Tenía pocos motivos, y sin embargo lo hice.


No podía detenerme.




Y así, en el momento menos esperado, me detuve.


Nunca lo hice de nuevo.






Así que, a la otra, no pregunten.
Realmente, no hay motivos.


No soy aquella que solía hacer antes de la invasión.

martes, 22 de febrero de 2011

Cuero, piel y metal.

Un día llegó a la mente de él.
Y él se enamoró. 


Así que tomó un lienzo blanco, y la pintó. 
Pero no la pudo crear.


La pintó de nuevo. 
Le pintó de nuevo su cintura. Le pintó de nuevo sus piernas. Le pintó de nuevo su cara. Le pintó de nuevo su espalda. Le pintó de nuevo su cuello. 
Pero no terminaba de ser ella. No era ella completamente. No podía ser su amada.


Él se volvió aficionada a ella y la buscó. No estaba. 


Así que él la inventó. Se encerró por noches y días, y la creó. Era ella. 
Él admiró su trabajo. Y ella solo le miraba silenciosa. 


Él le pidió amor, y ella solo le miraba. Le juzgaba callando. 


El artista le soñaba todas las noches dejándole. Pero al despertar, ella estaba allí, odiándole, en silencio, en su cárcel de tiempo. De inexistencia.


Y él se volvía loco, le pedía amor, y ella le regresaba miradas de odio. Le regresaba cero palabras a sus gritos de dolor. 


La soledad le quitaba la sanidad mental, y él seguía pidiendo amor a su mujer perfecta inanimada. Ella le juzgaba. Y se alejaba.


El artista le gritó, la golpeó, le imploró. Ella se quedaba en silencio. Le odiaba.


Hasta que un día, ella le mató y se fue. Y dejó los cuartos de pintura vacíos. 

sábado, 19 de febrero de 2011

Al borde.

No conté el tiempo que había pasado, tú lo sabías muy bien. 


Te fuiste, por fin. Para mi bien. Me dejaste.
Te vi partir. Y quise sonreír. Y ya había olvidado cómo.


Para entonces, cuando me busqué, me di cuenta de que me había perdido.
Te odié un poquito. Pero luego te volví a amar.


Recordé que ya no estabas, y me levanté. Y me fui a buscar.


Y recordé lo único que me habías enseñado. A serte fiel. A seguirte. A ser lo que tú quisieras. 


Y encontré un espejo roto.





viernes, 18 de febrero de 2011

I'll take a handshake.

Me siento a mirar el cielo. Se extiende un prado verde al frente, el cielo es azul y el sol brilla. Puedo sentir su calor en mi espalda.


Es medio día. Mis hijos juegan en el pasto. Corren. Se ríen como se ríen los niños. Como deben de reír. 
Mi esposa está en casa. Cocina. Cocina siempre. Cocina bien. Sale por la puerta del frente de mi casa, y nos llama. Los niños corren y yo voy detrás. Todos se sientan a la mesa -que siempre está lista- y comemos en silencio. Al final, los niños se retiran a jugar de nuevo.
Siempre juegan después de comer. Como se supone que lo hacen los niños.


Mi esposa limpia luego la cocina. Me levanto y leo. Siempre. Como debe de ser. 


Pero ayer no. Ayer me senté en la mesa durante horas. Nadie dijo nada. Como siempre. Como se supone que debe ser.


Mi casa es cuadrada. Es blanca. Los muebles son de madera. Los colores son lisos. Duermo con mi esposa. Todas las noches. Como es. Como debe ser siempre. 


Los niños siguen jugando en el pasto.


Todo me parece silencio. Nunca me había sentido más cansado. 


Todo está calculado.


Todo es como debe de ser.




Sin ninguna modificación.






Suena: No surprises - Radiohead







sábado, 12 de febrero de 2011

Voy a caer

En mis sueños, te recordaba. 


Abría los ojos, y miraba el cielo. Mantenía el deseo de que volvería a verte, la esperanza de regresar a tus brazos.


Me imaginaba regresando, a casa, contigo. Abría mis brazos y corría hacia ti. Podía sentir el viento en mi cara, cada vez acercándome más a ti.


Sería liberado algún día.


Y el frío me invadió. En mi sueño. Mientras dormía.


El frío salado me abrazaba, como tú lo harías cuando regresara.


Y abrí los ojos, y todo era azul. Azul oscuro. Azul negro. Y me abrazaba.


Y las burbujas me rodeaban. Flotaban.


Y yo caía. Y el agua me abrazaba. Como tu me abrazarías cuando regresara.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La mar

El viejo miraba las olas con sabiduría, como solo unos ojos que han visto tantos años pasar pueden ver.


Se sentaba siempre a esperar morir, porque él había aprendido que ya no hay nada para vivir a su edad.


Su esposa había muerto, desde hace tanto tiempo que las letras de su lápida se habían borrado.


Sus hijos le habían abandonado y olvidado ya.


Su trabajo le había despreciado hacía tanto, que ni siquiera podía recordar él el oficio.


No recordaba ser humano desde hace mucho. No comía. No bebía. No recordaba las necesidades.


A veces se preguntaba si Dios se había olvidado en llamarle; o si la muerte le quería jugar de mala gana.




Miraba el mar, y de repente recordaba cosas que no podía saber si eran recuerdos suyos o de alguien más.


Nunca comprendió porque no aprendió a nadar.


Se encaminó al agua y la sintió fresca.


Se encaminó hasta que el agua se llevó su sombrero, y se fue a buscar a la muerte en ultramar.