lunes, 15 de febrero de 2010

Creía que las estrellas se burlaban a nuestras espaldas.

Era el día de siempre. Caminaba rumbo a la escuela, con medias largas, y faldas cortas, el cigarro entre los labios. Se detuvo en una esquina medio escondida, por donde todos pasan pero nadie mira. Se recargó con la cabeza tendida al cielo, los cabellos negros y gruesos resbalaron por su frente, dejándola libre para poder sentir la densa humedad fría que nos regalaba el tiempo de lluvias. Se quedó ahí para terminarse su cigarro, pero al final prendió otro más y supo que las clases iban a extrañarla un día más.
La mayoría de las personas se habían ido, y de todos modos, nadie le tomaba atención.
Recordó aquel día, de hace un par de años, en el que todo era bueno, y todo era agradable. Utópico. Ahora todo había cambiado. Y lo único que le quedaban eran los recuerdos de las estrellas y las ropas.
Su mano fue bajando sin darse cuenta, estaba levantando su falda. Podía sentir las heridas que no habían tenido tiempo de cicatrizar. Ambas, las de los muslos, y la de su corazón. El sol se decidía a asomarse, y comenzaba a sofocar de una forma extraña. Ella se quitó el sueter ligero que usaba todos los días y lo colgó de su brazo. Soltó el humo hacia arriba, y se disolvió entre las ramas del árbol bajo el que se cobijaba.
Pero la memoria persistía en hacer imposible el día. Sacudió la cabeza, tratando de sacudir también el pensamiento, pero era inútil, como una ola tratando de tirar a los cangrejos de la piedra. Se aferraba con todas sus fuerzas a la pared de su mente, como si fuera su único hogar, su techo, su todo. De hecho, lo era. Por un momento pareció olvidar todo, pero fue solo un segundo de olvido. Los ojos se le anegaron, hasta nublar su vista. Enojada, pasó el cigarro por sus brazos, por donde se descubrieron más cicatrices. Un reflejo le hizo soltar el cigarro, casi terminado a los charcos de agua, donde se apagó y se quedó flotando. Ella lo miró con recelo. El sol se volvió a ocultar, y ella volteó a ver el cielo. Una gota minúscula le sorprendió la frente, y le hizo cerrar los ojos. Era momento de volver a un lugar con techo, no tardaría en llover con más fuerza.
Volvió a ponerse el sueter, ignorando el dolor en el brazo, al que ya estaba acostumbrada.

A Isabella.

5 comentarios:

Frédéric dijo...

Interesante... creo que es la palabra con la que lo calificaría...

Y... creo que me pasé un poco con Andrea... realmente está muy preocupada O.o

Bueno... hasta mañana sabremos como lo toma jejeje

byses

Xenomorph dijo...

Me gustó, me mantuviste atento en cada renglón y... sin palabras.

Jony C dijo...

Wow...

Alicia L. dijo...

"A ver como lo toma andrea" Chinga tu madre, a ti te apoya, y resulta que yo tengo cara de la culpable.
Me cae que fueron como 200 puntos negativos en autoestima.

Gracias muchachos! Me subieron como unos 70 puntos de autoestima, (-200 de arriba, de otro asuntillo, 130).

Frédéric dijo...

¿Ahora llevas una cuenta de tus puntos de autoestima?

Pero al principio me regaño...
y re cuerda que es mi mejor amiga y qué yo resuelvo el 70% de sus estupideces...

Pues yo llevo -100...